Debatible

Existen máximas en un debate político que no pasan de moda, y por más que parezcan trilladas no dejan de demostrar su validez cada vez que son puestas a prueba. En los debates de candidatos políticos el riesgo no está en cuánto se gana, sino en qué puedes perder. Por un lado, están los que solo pueden ganar porque no tienen nada que perder; mientras que, por otro lado, están los que tienen mucho que perder porque pueden ganar. Existen teorías que argumentan que candidato que va arriba no asiste a debates, al tiempo que otras arguyen que no participar es una señal de debilidad.

Lo cierto es que en política no hay nada escrito, cualquier cosa que se diga después de un debate es lo mismo que analizar un periódico de ayer. Posterior al debate del pasado lunes, surgió una enorme cantidad de expertos sobre esta materia, que analizaron de forma fría y ligera el resultado de este ejercicio. Los debates presidenciales son un instrumento que aporta el proceso electoral a las campañas para exponer los argumentos, propuestas y contrastes de los candidatos, a la vez que ofrecen al electorado una mirada comparativa más amplia para la toma de decisión a la hora de emitir su voto.

Una especie de pasarela intelectual, donde la proyección y el verbo compiten con la trayectoria. Un debate por sí solo no representa la victoria en una elección, sin embargo, un error allí podría significar una debacle. Es por eso, que la mayoría de los candidatos con posibilidades solo van a cuidarse, de allí resulta la crítica hacía algunos que lucen muy planitos y moderados, ya que al final sus huestes dirán que ganó el debate, mientras que sus detractores esbozarán lo contrario.

Un debate es lo más parecido a un reinado de carnaval, donde la Calle Arriba aplaude a Calle Arriba y Calle Abajo hace lo propio con su tuna. ¡El resto solo se divierte y critica la farsa!

Periodista