Opinión
Frente a esta realidad, el pasado sábado la ciudad amaneció ante un inusitado contingente de policías y estamentos de seguridad
El pueblo colonense es noble y trabajador. Pero mal vive, atrapado entre pandillas y promesas incumplidas de todos los gobiernos. Hoy, la ciudad agoniza y la provincia está abandonada. En búsqueda de soluciones, el pueblo se organiza y exige ser escuchado. El propósito, ¡Salvar a Colón!
Frente a esta realidad, el pasado sábado la ciudad amaneció ante un inusitado contingente de policías y estamentos de seguridad. La justificación, un operativo anti pandillas. El proceder de la fuerza pública: el cateo de todo ciudadano, piquetes estacionados en diferentes puntos e innumerables retenes entre Sabanitas y Colón. La reacción del colonense: asombro e indignación. El ambiente, de incertidumbre. Aunque el operativo anti pandillas haya sido cierto. Muchos opinan, que fue la cuartada para una demostración de fuerza, para amedrentar y quebrar el espíritu de la Huelga del martes 13. Ayer domingo, el contingente fue reforzado. Pero se equivocan, el carácter del colonense esta templado. Represión y confrontación, no son el camino.
El pueblo colonense, merece soluciones. El camino: buena política y diálogo respetuoso. Requisito previo: superar desconfianzas. Este es un movimiento reivindicativo, no un instrumento de ningún presunto desafío a las autoridades. El pueblo colonense, no cree en los políticos. Pero, confío en Juan Carlos Varela, le dio su voto mayoritario y 40 meses después, su ciudad parece devastada por una guerra. La Renovación Urbana, proyecto insignia de la Administración Varela, recibido con esperanza, hoy es motivo de insatisfacción y desconfianza. Todo por la mala planificación, peor ejecución y la sospecha de querer sacar al colonense, para vender los terrenos públicos y hacer un mega negocio inmobiliario. El Dr. Arnulfo Arias Madrid sentenciaba: la voz del pueblo, es la voz de Dios. Presidente Varela, escuche al pueblo colonense.
Economista