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Opinión

Codicia 

Codicia 

viernes 25 de noviembre de 2022 - 12:00 a.m.
Julio Villalobos
jcvjulio76@hotmail.com

El ingrediente político, también termina dejando malas sensaciones 

 Dentro de los contextos que se viven en la actualidad, la pandemia todavía resulta unos de los temas más irritantes, no solo en lo concerniente a la salud pública, sino en lo referente al lastre de los aspectos sociales y económicos.  

El ingrediente político, también termina dejando malas sensaciones frente a una población expuesta y vulnerable a las decisiones basadas en criterios cuestionables. Contrataciones públicas excepcionales con sobrecostos, abuso de autoridad, restricciones de los derechos civiles y el privilegio de los que ostentan el poder político, diezmaron el orden social y económico.  

Panamá no fue la excepción, vimos en medio de las severas restricciones, como algunos bares y restaurantes rompían la cuarentena para atender a los mismos que decretaban el encierro y el endeudamiento del resto de la población. 

Los mensajes de autoritarismo, sugestión y represión por parte de las autoridades, terminaron provocando el hastío de la población, que interpretó este abuso como una agresión flagrante y cínica para aprovecharse de la situación, mediante el desconcierto de los ciudadanos. 

Que el Ministerio de Salud (MINSA), a estas alturas, todavía envíe mensajes con los mismos elementos sugestivos, luego de que la mayoría de la población de este país accediera a vacunarse en busca del retorno a la normalidad, resulta, no solo un acto de inmoralidad, sino de irrespeto y abuso hacía una ciudadanía que se comportó, ejemplarmente, en medio de una tragedia mundial.  

Los panameños saben perfectamente quienes son sus gobernantes, porque la pandemia los retrató en cuerpo y alma. También conocen sus intenciones y su grado de desprecio por los demás. La insensibilidad y la codicia empleada en el uso discrecional de la administración de los recursos del Estado; y el exagerado endeudamiento público que heredan a las siguientes generaciones, resulta un comportamiento despreciable. 

Para aquellas autoridades que aún les reste un poco de conciencia, aun podrían preservar algo de su integridad moral, dejando de repetir los mensajes que intentan sembrar, aquellos que más lucraron con la desgracia ajena.  

Periodista



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