Espectáculos
A los ingleses no les pareció nada bien lo que hizo. ¿Era para tanto?
El primer viaje internacional de Meghan Markle y Harry está siendo un éxito. Tras una primera jornada en Sidney, Australia, los duques de Sussex se han trasladado a Dubbo, una zona rural donde han alimentado a los animales de una granja y han visitado una escuela indígena. Allí, la ex actriz le confesó a una de las madres que se encuentra "muy bien y llena de adrenalina por este viaje, pero algo cansada" debido a su embarazo.
Vestida con camisa blanca de la firma Maison Kitsune, unos vaqueros negros de Outland Denim, botas de J. Crew y un collar de la diseñadora Natalie Martin, Meghan lanzó un guiño a su gran amiga, Serena Williams, abrigándose con una blazer de la tenista. Además, se mostró muy cercana y amable con todos los indígenas, a los que regaló un pan de plátano que ella misma había elaborado la noche anterior: "Ni siquiera la realeza debería llegar a una casa con las manos vacías", bromeó.
El día terminó en una asociación que promueve los derechos de las niñas y las mujeres. Allí, bajo un intenso aguacero, Meghan sujetó el paraguas a su esposo mientras éste daba su discurso, un gesto que ha creado cierta controversia en Reino Unido.
"Y la lluvia ha sido un regalo", ha dicho Harry en un discurso que ofreció en una localidad, situada a más de 300 kilómetros al noroeste de Sídney, donde aborígenes locales atribuyeron el aguacero a la pareja. La zona agro-ganadera está afectada por una intensa sequía.