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La derrota fue muy dura y frenó su acelerado crecimiento hacia los primeros planos.
En el 2017 me tocó seguir de cerca el aterrizaje de Jaime Arboleda en Golden Boy Promotions. Se vio beneficiado entonces por el arreglo que consiguió en su momento el campeón mundial Jezreel Corrales con la promotora de Oscar de la Hoya.
Arboleda estaba invicto, posicionado entre los diez mejores clasificados de su división y consagrado como monarca súper pluma de la AMB Fedelatin. Precisamente, bajo la cartelera de Jezreel Corrales vs. Robinson Castellanos, se produjo su debut en USA ante el filipino Recky Dulay que lo noqueó en el tercer asalto.
La derrota fue muy dura y frenó su acelerado crecimiento hacia los primeros planos. Le llevo dos años regresar a Estados Unidos por una nueva oportunidad. Fue el pasado 24 de agosto cuando noqueó en menos de tres minutos al mexicano Víctor Betancourt (que llego a esa pelea con un récord de 26 -2, 13 KOs).
La pelea del 24 de agosto en el Bert Ogden Arena de Edinburg, Texas, donde noqueó al mexicano Betancourt es la demostración de que el plan de recuperación de Arboleda ha sido cumplido exitosamente y ahora deberá ser trabajada su carrera bajo los mismos códigos: despacio, pero seguro.
De aquella derrota por KO ante el filipino Recky Dulay hasta la reciente victoria sobre Betancourt, se notó una evolución en el boxeo de Arboleda, sobre todo en madurez, disciplina táctica y contundencia. No solo por la forma en que logró la victoria, también cuenta la importancia del rival enfrentado y la forma en que se movió por el cuadrilátero.
A sus 24 años, Arboleda puede dedicarle los próximos dos años a madurar su boxeo, escalón sobre escalón, incorporando herramientas, mejorando su velocidad, ajustando sus atributos defensivos y entendiendo el boxeo desde una nueva perspectiva.