Curiosidades
Para algunas personas, el año nuevo debe traer cosas igualmente nuevas, para José Huertas, humilde campesino
Para algunas personas, el año nuevo debe traer cosas igualmente nuevas, para José Huertas, humilde campesino que había salido de su comunidad en el interior de la república a la capital, en busca de mejores condiciones de vida, conoció a otra interiorana, llamada, Luisa Chávez, que trabajaba en casa de familia y formaron un hogar, alejado de la metrópoli, porque ninguno de los dos, gozan de una estabilidad laboral, así que, se ubicaron en el nuevo corregimiento de las Garzas, de Pacora, en una barriada marginal.
Los primeros días todo era color de rosa, con el pasar del tiempo José, que trabajaba en un almacén, de las conocidas cadenas que hay en La Central, se levantaba muy temprano, porque la distancia y la situación del tráfico vehicular lo obligaba a eso. Obviamente, Luisa, se levantaba a la misma hora para prepararle el desayuno y para que trajera algo para el almuerzo, porque con el poco dinero que gana y el precio de las comidas en la avenida B, estaban inalcanzables.
La situación en el hogar, no iban tan bien, en ocasiones cuando llegaba José del trabajo, producto del cansancio del mismo y de las aproximadamente dos horas que demoraba en los buses que tomaba, había discusiones, que iniciaron con alzar el tono de voz, posteriormente, se dieron las amenazas de golpes, hasta de separarse.
Luisa, pensó en que, si quedaba embarazada, las cosas iban a cambiar; pero la estrategia no fue la mejor; originó más gastos para el escuálido presupuesto de José, el único que trabajaba, ya que debía darle dinero para el transporte cuando iba al centro de Salud, para el control prenatal y la gran cantidad de laboratorios que ordenaba el ginecólogo.
La barriga iba aumentando de tamaño, hasta que llegó el momento de los dolores de parto y tuvo que ser trasladada al Hospital Santo Tomás; un nuevo miembro de la familia llegó, se trataba de un varoncito, al cual le puso su mismo nombre.
La situación para José se tornó más difícil, no podía dormir mucho, porque la criatura lloraba en la noche y debía colaborar con los oficios de la casa también. Así, que, en su trabajo, inició conversación con una dama procedente de un país centroamericano, llamado Luz, que le propuso quedarse en su cuarto, que quedaba cerca al trabajo. Los primeros días José le decía a Luisa, que su jefe le pidió que se quedara haciendo inventario, después de la salida y se ganara unos dólares más; pero era excusa para quedarse con Luz.
Iba pocas veces a la semana a Las Garzas, a dejarle el dinero a Luisa; hasta que llegó un buen día y no fue más, solamente le enviaba todas las quincenas.
En los días libres, José le gustaba empinar el codo, visitaba las cantinas en Santa Ana, allí entraban ciertas damas que compartían la bebida y la mesa con él; hasta que un buen día Luz, que tenía sospecha que algo andaba mal, fue con una vecina a la cantina y sorprendió a José con una dama sentada en sus piernas. Inteligentemente Luz, no hizo espectáculo, solamente le gritó que no lo quería más en su cuarto y que regresasa donde su exmujer nuevamente.