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Tiene labia

Tiene labia

viernes 17 de enero de 2020 - 12:00 a.m.
Redacción El Siglo
redaccion@elsiglo.com.pa

Regino se da golpe de pecho de que a él ninguna chichi le dice que no. 

Regino se da golpe de pecho de que a él ninguna chichi le dice que no. Esa ha sido su fama desde que a los veinte y pocos comenzó de palanca y a los cuarenta sigue recorriendo las calles con su destartalado taxi. El man pudo aspirar a más, pero dice que le tiene miedo a las deudas, eso que te anden correteando no es lo suyo. Lo suyo es cantarle, improvisarle versos a las pasajeras. Y es que Regino es un cantor de décima frustrado, es de esos que tiene buena voy y los versos le salen como la lluvia, pero le daba miedo eso de pararse delante de todos. Y más cuando habían cantadores que le metían la mano a los otros cuando no aguantaban las rimas. Mejor es cantarle a las pasajeras que él considera que merecen esos versos.

Una de las tantas conquistas con la labia, digo, el canto, es la Josefa, una santeña que a sus cuarenta tiene los atributos intactos. el tiempo no ha podido tumbarle ni un pelo. Regino la lleva todas las mañanas al trabajo, una oficina por los lados de la Ciudad del Saber. No se sabe qué realmente hace ella, pero al Rufino le dice que es una alta ejecutiva de una empresa extranjera. Las cosas van caminando bien con la Josefa, pero eso no significa que Rufino se conforme solo con ella. Después que la deja en el estacionamiento del edificio, recorre las calles en busca de pasajeras. Los pasajeros de Rufino casi siempre son damas, entre los 25 y los 40 años.

La primera salida, con todas las reglas, fue a una discoteca que también hace tardes de cantadera por los lados del este de la ciudad. Rufino estaba reticente a meterse por esos wines, pero la dama no quería irse muy lejos de su casa. Hasta le prometió que les presentaría unas primas. Cuando le dijo esto, el ánimo de Rufino cambió favorablemente. El taxi salió full de la casa de la dama, que no era una casa como tal sino un cuarto alquilado en una galera adecuada para estos menesteres. Esto si no le gustó mucho a Rufino porque ya él soñaba en una casa de tres recámaras, dos baños y dos estacionamientos solo para los dos. En este cuarto, de a mala hay unos tramos de acera para estacionarse.

La cantadera era de damas, y qué damas. Era un duelo de ‘la muñeca que canta' y la ‘reina de los cantores'. Rufino se quedaba mirando aquellas bellezas en la tarima y empezaba a soñar despierto. Josefa se dio cuenta de la pega, pero lo vio normal en un palanca como Rufino que tiene que sacarle conversa a no menos de 30 personas al días. En la mesa iban y venían las botellas de guaro. Valga la aclaración que en las cantaderas hay que demostrar que uno no está en la lama. Rufino pagó un par de botellitas con la letra del mes que tenía que darle al dueño del taxi destartalado. El trio hubiese salido de maravilla si una dama, de la nada, se le va por detrás a Rufino y le un tremendo navajazo en la nalga.

La primera salida, con todas las reglas, fue a una discoteca que también hace tardes de cantadera por los lados del este de la ciudad
 


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