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Le salió la bruja por vivo

Le salió la bruja por vivo

domingo 28 de noviembre de 2021 - 12:00 a.m.
Redacción El Siglo
redaccion@elsiglo.com.pa

Pasaron los años y ella no sabía nada de Alejandro

El amor es ciego y a veces nos equivocamos. Esto le pasó a Mariana, quien desde niña estaba enamorada de Alejandro, un joven de buena familia y a simple vista un ‘buen pelao'.

Ella, desde que era pequeña, se babeaba por Alejandro, pues ese pollo desde niño demostró cualidades de un verdadero galán... blanco, esbelto, de ojos medio achinados color marrón claro. Era muy guapo.

Con los años él fue a estudiar a la capital y Mariana se quedó en el pueblo El Limoso. Ella también estudió pero nunca abandonó el pueblito que la vio nacer. Al igual que Alejandro, Mariana creció y se convirtió en toda una diosa, una voluptuosa hembra que arrancaba miradas por donde quiera que iba. Los hombres suspiraban por ella.

Pasaron los años y ella no sabía nada de Alejandro. Desconocía si se había casado o estaba solterito, pero siempre se acordaba de él.

Un día, cuando ella menos lo esperaba, su soñado galán regresó por fin al pueblo. Pero para su desgracia, él se acordó de ella y al pasar los días descubrió que Alejandro no era nada bueno, era un lobo disfrazado de oveja.

Ella, al verlo, se puso nerviosa y hasta se sonrojó como un tomate. Comenzaron a hablar y ella sintió ese mismo afecto que siempre había sentido por Alejandrito desde que era niña. Mariana, al cabo de los días, ese niño por quien tanto había suspirado, ahora hombre, era su novio.

Ella se hizo muchas ilusiones, que al cabo de cinco meses se convirtieron en más tristezas que alegrías, ya que una vez que Alejandró obtuvo lo que quería la dejó.

Mariana lloró como una Magdalena y sintió vergüenza de la manera en que fue utilizada. El mundo se le vino encima.

Pero con esa experiencia aprendió que no debía caer tan fácilmente y que hay que conocer más a las personas. Y dejó todo en mano del de arriba. Al cabo de meses se enteró de que Alejandro tenía una nueva novia a la que sí la llevó al altar, pues estaba embarazada y él estaba feliz por eso.

Sin embargo, la mujer que eligió para formar ese hogar no era como Mariana, honesta y leal, sino de la misma calaña que Alejandro. Y esa mala elección le salió caro.

Resulta que el bebé que tuvo la mujer no era de Alejandro, sino de su mejor amigo. Le salió quemadito de piel, y él no se dejó meterse ese gol.

Llorando, con el rabo entre las piernas como un perro, buscó a Mariana y le pidió perdón, pues se había dado cuenta de que Mariana era una buena mujer. Él le pidió que le diera una segunda oportunidad, pero Mariana no quería volver a vivir el mismo calvario, había aprendido de sus errores, así que le dijo que no y Alejandro terminó sin chicha ni limonada.

Mariana sintió vergüenza cuando comprendió que había sido utilizada por él. Pero con esa experiencia aprendió que no debía caer tan fácilmente.
 


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