Fiesta de uno, celebración de tres

La idea fue de uno de los amigos...pregúntale cuánto nos cuesta venir a acompañarnos a tu fiesta
  • domingo 07 de abril de 2024 - 5:03 PM

El celular le resolvió la vida a Genaro. Resulta que el don, de 70 abriles cumplidos justamente en abril, el mes que cumple la Gallina Fina, siempre se celebraba sus cumpleaños, a la vieja usanza con sus amigos cercanos, dos contertulios que se juntaban en una mesa de un restaurante y pasaban horas, casi sin darse cuenta, pero si mirando a las damas que entraban y salían del local con sus bolsitas de desayuno.

Los tres tienen sus lentes oscuros para que nadie los acuse de libinisodos, son los únicos clientes que a esa hora usan ese tipo de accesorios en el localcito que siempre huele a aceite caliente o a verduras sancochadas.

En aquellos parkings de los dones, a Genaro se le ocurrió que para este cumpleaños 70 tenía que hacer algo distinto, y en eso estuvieron de acuerdo los dos amigotes, que siempre le siguen la corriente hasta en temas que ellos no están de acuerdo.

Decidieron que el cumpleaños sería en el cuarto que alquila Genaro desde hace 40 años. Y como los fondos están llanitos, cada uno pondría algo. La party se agendó para el seis de abril, un día después del cobro de la pensión, aunque el cumple es el 3. No será el primero que tiene que aplazar la fiesta para después del día de cobro.

Y qué de especial quería don Genaro esta vez, antes se conformaba con el dulce de cinco palos que le llevaban sus amigos y los vasos de...nada de pebre caro ni nada, con una orden de arroz frito se llenaban los tres. Y lo bajaban con agua, agua de la pluma.

Y aquí entra en el juego el celular. Resulta que el don tiene su par de amigas que hacen compañías, solo compañías, no piensen mal ni se adelanten a la historia que pasó en la vida real. Él ha ido recogiendo los números de celular cuando ellas mismas se los dan. Puede ser que esté sentando en una banca del parque y se le acerque una dama preguntando por algo y ahí se quedan largo rato hablando.

La idea fue de uno de los amigos...pregúntale cuánto nos cuesta venir a acompañarnos a tu fiesta, a cantarte el cumpleaños, le dijo el amigo a don Genaro.

A don Genaro se le iluminaron los ojos que por casi se le salen de las órbitas. Ni en su juventud se le ocurrió semejante idea. Ahora era asunto de ver costos y disponibilidad.

Tiró el gancho y la dama dijo que sí, que podía en la tarde acompañarlo en el cumpleaños. Intercambiaron dirección, acerca incluida y todo ready.

Los dones se chanearon y ayudaron a limpiar el cuarto. Todo limpio, todo en orden, todo en armonía. A las dos de la tarde tocaron la puerta, don Genaro abrió la puerta con el corazón dando brincos en su pecho.

La dama era realmente hermosa de pie a cabeza. Don Genaro la llevó a la mesita de cuatro sillas, donde tenía ya puesto el dulce y los vasos con la bebida. Hasta un sombrero pintao que tenía guardado debajo la cama se pudo. Setenta años son setenta años.

A ver cómo es el negocio, pregunta la dama al cumpleañero, que por nerviosismo el cuerpo le temblaban como hojas del viento y la lengua estaba más enredada que un mafá de esos que hacen en Chitré.

De pronto aparecen los dos amigos de don Genaro. Venían de la tienda de comprar una vela para el dulce porque no querían cantar el cumple con un fósforo como vela. Ya en estos tiempos casi nadie hace eso.

Aterricemos estos, si son tres, es la misma tarifa por tres, le soltó la amiga.

Y los tres dones intercambiaron miradas, aquellos ojillos transmitían tanta felicidad como si se hubieran ganado el gordito y los acumulados.

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