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Curiosidades

¿De quién son esas perdidas?

¿De quién son esas perdidas?

domingo 11 de noviembre de 2018 - 12:00 a.m.
Redacción El Siglo
redaccion@elsiglo.com.pa

Cornelio se ganó unos bilitos, y le dijo a Arelis que fueran a comprarse una mudita nueva para ir a San Miguelito a ver el desfile.

Cornelio se ganó unos bilitos, y le dijo a Arelis que fueran a comprarse una mudita nueva para ir a San Miguelito a ver el desfile.

‘Algo baratito, mami, porque ya tenemos montados seis de luz y cuatro de agua', le susurró en la oreja a su mujer, con la intención de encenderla para que se le olvidara la ida al centro comercial, pero Arelis se le acaballó fogosa y fugaz, tres meneaditas bien dadas bastaron para despacharlo, y más rápido que ligero, ella se metió al baño y con la misma velocidad quedó lista para ir a comprar sus trapos.

Allá llegaron felices, ignorantes de que los celos tendían sus tentáculos para ponerle punto final a esa relación de pobres pero felices. Cuando entraron al tercer almacén, ya llevaban varios cartuchitos, y por esas casualidades tristes, a Cornelio se le ocurrió meter su celular en una de las bolsas, de manera que cuando salieron coincidieron con el repicar del teléfono, lo que alertó a Arelis, quien preguntó a gritos con cara y voz de machete ‘quién te llama, quién te llama', y le arrebató el aparatito a su marido; casi enseguida se le abalanzó gritando como loca ‘17 llamadas perdidas, esa vaina no es de ahí, cuentas claras, Cornelio Alfonso, cuentas claras, devuélvele esa llamada aquí ante mis dos ojos y mis dos orejas'.

Y pasó lo de siempre, al pobre hombre nunca le sobraba para meter tarjeta, limpio siempre, sometido al trasero fulminante de Arelis, su celular era solo para recibir llamadas. ‘No tengo saldo, tú sabes bien que no tengo saldo', anunció él, y la pechugona sacó su aparato, pero antes de marcar pasó dos minutos acusándolo de tener mucha sangre fría, ‘con que desfachatez actúas, como si de verdad no anduvieras en trampa, nadie que no sea una mujer te va a llamar tantas veces', repetía.

Le contestaron al primer timbrazo, y Arelys anunció traqueado: ‘¿Quién chu… habla allá, soy Arelis, la mujer de Cornelio Alfonso Campodónico Sánchez, qué quieres con mi marido?'. El tono arrogante del dueño del celular se oyó como un látigo: ‘Quiero que tu marido me pague lo que me debe, casi mil en intereses y 200 palos de capital, eso es lo que quiero, cada vez que voy a su trabajo se me esconde o se va antes, así que es eso, señora, eso es lo único que quiero de su marido tracalero, me tiene con los h… hinchados sin h, cualquier rato lo voy a joder, y se hace el vivo de no contestarme mis llamadas, le doy a usted dos días y la llamo, señora, quiero juntita toda mi plata'.

Quedó Cornelio desencuadernado y su mujer, igual, se les fumigó todo el ánimo de mirar desfiles y quedaron discutiendo, él reprochándole sus celos absurdos, y ella preocupada porque el prestamista dijo que la llamaría en dos días. Pensó ella en acudir adonde las tesoreras de los cuatro clubes navideños de la barriada, pero en vano, ‘ya estamos recogiendo, cerramos el jueves 15, el 2 de enero empezamos de nuevo', le dijeron, y tocó el turno de empeñar la lavadora, porque el prestamista la llamaba a diario para decirle cómo iba la cuenta regresiva, lo que ponía nerviosa a Arelis, que a cada minuto se halaba los vellos furiosa consigo misma por la brutalidad cometida, encima, el reproche de Cornelio: ‘Viste lo que provocaste con tus malditos celos, ese man yo lo tengo tachado de mis acreedores, no pensaba pagarle'.

La vivienda quedó como cuando empezaron, todo fue a dar a la casa de empeño, y con lo reunido se fue Arelis a darle la cara al prestamista, quien se le rio por el abonito, y le dijo de frente: ‘Tú misma pagas, mamita, vamos a mi casa y saldamos la deuda de tu marido'. Y allá fue Arelis, temblorosa, pero el trago no le resultó amargo, al contrario, siguió pagando por puro gusto hasta que el prestamista le ofreció casa y plata para que fuera todos los días al mall. Por malapaga quedó Cornelio quemado y dejado.

Celosa: ¡17 llamadas, esa vaina no es de ahí!
 


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