Curiosidades
Con voz y gestos le repetían que los años sí cuentan y pesan, pero Nicanor pensó que siempre se sentiría joven
Aquellos que ya habían vivido muchas navidades trataron de prevenir a Nicanor contándole esas anécdotas que se sacan del libro de la vida, y en las que el protagonista es un tonto de muchos años que se casó con una más joven, y antes de lo que se persigna un ñato lo cambiaron por uno de menos edad que él.
Con voz y gestos le repetían que los años sí cuentan y pesan, pero Nicanor pensó que siempre se sentiría joven y con suficiente vigor para atender a Yaneth, de 18, quien se sentía ‘afortunada' porque Nicanor era un hombre de verdad, no un pelaíto, como sus compañeros recién graduados de bachilleres, que no sabían nada de meneos ni de poses.
‘Ojo, que ese entusiasmo es pasajero, es pura pasión y la pasión es mala y se va rápido como la plata que nos llega de malas maneras', le decían, pero Nicanor no atendió ningún llamado y cuando la pelá recogió su ropa y se mudó con él, vio el cielo abierto y la felicidad eterna a su alcance.
Los días que siguieron quedaron para siempre en el vientre de Nicanor, pero cuando pasó la euforia, Yaneth no tardó en verle la barriga propia del que ya camina en la década del 40, y, para su mayor desgracia, las canas empezaron a aflorar, por lo que la esposa joven le exigía que se tiñera el cabello, algo que no estaba en los pensamientos de Nicanor, y que dio lugar a discusiones diarias que cogieron fuerza cuando ella conoció al sobrino de la vecina, Bryan, recién llegado de El Chirriscazo a estudiar en la universidad, y el poco entusiasmo que aún sentía por el marido se trocó en impaciencia, todo lo que Nicanor decía o hacía a ella le parecía cosas de viejos.
La cama matrimonial perdió todos los atractivos, y cuando sentía la cabeza plateada de su hombre buscando puntos de goce, a ella se le revolvía la cabreazón y le gritaba cuanta grosería hallaba en su mente calenturienta por el nuevo amor.
El sufrimiento parecía ir por lo largo, pero la suerte le dio una a mano a Nicanor la tarde en la que llegó con el cabello teñido y cuando se acercó goloso a su mujer, esta le gritó ridículo con ese pelo negro y el bigote canoso, acepta que ya estás viejo y acabado, puro viejo pellejo.
No pudo Nicanor sufrir la ofensa y sacó su mano dándole un golpe contundente a Yaneth, que le gritó viejo asqueroso; insulto insufrible para él, que se descontroló y solo halló desahogo a su ira descargando la mano en el rostro de su mujer.
Los mismos vecinos que lo habían alertado de que no se casara con Yaneth, lo salvaron de cometer algo irreversible, y entre los parientes que también lo previnieron del error hicieron una colecta para pagarle al leguleyo que solo logró aminorar los años de cárcel, porque la evidencia del maltrato era contundente.
Otro duro golpe a su economía enfrentó Nicanor cuando salió de la prisión, lo que le habían escondido los parientes lo golpeó sin compasión, Yaneth había mudado al sobrino de la vecina para su casa, algo que no soportó Nicanor, y de nuevo recordó sus puños de obrero que puso en acción de inmediato, solo que esta vez en contra del intruso, quien se paró como Piñango y también lo sonó. Camino hacia la casa de paz supo que Yaneth estaba embarazada. Fue un choque de emociones, primero se alegró porque cabía la posibilidad de que fuera de él, y se ilusionó con la idea de la reconciliación, pero cuando supo que apenas tenía tres meses de gestación, el mundo se le vino encima completito.
‘No sea tan iluso que eso no es suyo', le aclararon los parientes al acabado Nicanor que solo ahora recordaba cuánto se lo advirtieron todos.