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Curiosidades

Pela el ojo

Pela el ojo

domingo 16 de abril de 2017 - 12:00 a.m.
Redacción El Siglo
redaccion@elsiglo.com.pa

 La enfrenté y no me lo negó

A menudo oía decir ‘hay tres cosas que siempre salen: el sol, la luna y la verdad', pero nunca me detuve a reflexionar sobre esto, mucho menos cuando discutí con mi madre, quien me gritó ‘estás tan ciego que no te das cuenta que tu mujer no te quiere, que solo está contigo por tu plata'. Le contesté enfurecido: ‘No te metas en mis cosas, mi mujer está tan enamorada de mí como yo de ella'. Y la acosé a presentarme pruebas concretas. Jamás esperé que me saliera con lo que en ese instante consideré el peor de los desatinos: ‘Las fotos hablan, mira una por una todas las fotografías en las que aparecen ustedes dos, míralas con los ojos bien abiertos y mente fría'.

HECHO: MUJER ENAMORADA SE RETRATA ABRAZADA A SU MARIDO. PILAS: CUATRO OJOS VEN MÁS QUE DOS.

 

Me reí de su falta de argumentos y me fui no sin antes gritarle ‘no vuelvo nunca a tu casa y te agradezco que no pises la mía hasta que vayas dispuesta a pedirle perdón de rodillas a mi esposa'. Se lo conté todo a mi mujer, quien acusó a mi madre de ‘envidiosa, porque nunca pudo conseguir marido que la mantuviera y la pusiera a vivir bien'. Tuve que parar con media voz, hasta donde me dejó mi cobardía, a mi esposa que sacó una retahíla de cuentos en los que mi madre protagonizaba a las peores prostitutas conocidas, historias que no supe de dónde sacó, puesto que siempre la vi agachando el lomo para que a mí no me faltara lo básico.

Cuando pasó el vendaval, mi mujer salió a la calle a comprarse ropa nueva, yo saqué mi celular y empecé a mirar las fotos. En la primera ojeada no vi nada extraño, así que, soberbio, llamé a mi vieja y le pregunté de malos modos ‘qué es lo, según tu opinión, debo mirar en las fotos'. Mi madre respondió: ‘Olvida que dije lo que dije', y cerró la llamada. Pero ya la espinita estaba en mi alma. Seguí mirando por horas las fotos. En ese afán me encontró mi mujer, quien me dijo al llegar ‘tú no has cocinado por estar mirando esas cabronas fotos, como si tuvieran alguna importancia, yo ni siquiera las guardé, etc.'.

Me levanté a prepararle un emparedado y no pude continuar mi revisión de las fotos, porque ella se antojó de que la llevara al salón de belleza a que le hicieran la plancha. Me atreví a decirle que estaba cansado y que su pelo se veía bien, y me respondió con su tono habitual, como si estuviera regañando a un chiquillo: ‘Cállate que tú no sabes nada de cabellos peinados, además, tengo entrevista de trabajo mañana, que no se queje tu madrecita de que yo no trabajo'. Lo dijo por decir nada más, porque mi madre jamás comentaba nada sobre la ociosidad de mi mujer.

A la mañana siguiente, se lo comenté a Liza, una compañera de trabajo, quien me pidió ver las fotos con la consabida frase ‘cuatro ojos ven más que dos', y así fue, en la primera ojeada gritó: ‘Tu mujer no se ve una mujer dichosa ni enamorada, mira que en ninguna foto te abraza ni se pega a ti, y esa sonrisa falsa, ni un mimo contigo, cuando yo me tomo foto con mi marido lo abrazo y me le pego para que quien vea las fotos sepa que ese es mi hombre'. Mis otras compañeras ‘examinaron' las fotos y concluyeron igual: ‘A lo mejor te quiere, pero no está enamorada de ti'.

La duda se me quedó en el alma y así me fui hasta que descubrí que mi mujer seguía con el mismo hombre que, según ella, había dejado para casarse conmigo. La enfrenté y no me lo negó, con una frescura del tamaño del mundo me contestó: ‘Solo a ti se te ocurre que yo me iba a enamorar de ti, te doy el divorcio, pero me quedo con el carro y la casa con todo lo que hay adentro'.



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