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Curiosidades

Un partido inolvidable

Un partido inolvidable

viernes 13 de septiembre de 2019 - 12:00 a.m.
Redacción El Siglo
redaccion@elsiglo.com.pa

El repre de corregimiento había advertido que el barrio necesitaba ser remozado.

Acostumbrados a repeler a sus rivales con una buena defensa (y también porque en el comentario interno los trataban de ‘insectos insignificantes') aquel grupo de jugadores del área A del barrio había adoptado el nombre de los Repelentes. El torneo intrabarrial conocía también a otro equipo de modales marrulleros, los del área D, que se habían puesto de nombre los Matachangos. No es que ellos fueran una belleza, pero con una frase de Muhammad Ali, ellos consideraban a los demás competidores ‘demasiado feos para ser campeones'.

El repre de corregimiento había advertido que el barrio necesitaba ser remozado, y que sería bueno organizar un torneo con su propia gente y con fines benéficos, de forma que sus ingresos se empleasen en mejorar la imagen urbana del lugar.

El torneo comenzó con buen pie para Repelentes y Matachangos, que fueron dando cuenta de sus demás rivales por las buenas y por las malas, ya que no eran tan honrados jugando. Olvidé decir que se jugaba al béisbol, y llegó el momento en que los dos equipos descritos tuvieron que enfrentarse para dirimir al campeón. Desconfiaban unos de otros y exigieron para aquel partido seis árbitros, como en los juegos de alto nivel, uno por base y uno por cada línea de ‘foul'. Cada equipo aportó tres árbitros cuyas posiciones fueron sorteadas, incluyendo el complicado arbitraje de ‘home'.

El árbitro de ‘home' resultó de los Repelentes y no tuvo decoro en demostrar temprano sus preferencias. Así que cuando los Matachangos llenaron las bases y estaban en cuenta de 3 y 2, con dos ‘outs', sin ningún inconveniente cantó como tercer ‘strike' una bola mala tan evidente como una casa, y mandó a los rivales a la banca con las manos vacías, mientras recibía indiferente el abucheo merecido.

Poco después, una línea del mejor bateador de los Matachangos ‘parecía' que picaba en el jardín central. Digo parecía, porque aunque realmente pegó en tierra antes de ser recogida por el guante del jardinero, este la tomó casi a cordón de zapato y fingiendo que la había atrapado de aire levantó el guante. ‘Total, en este juego no hay video', pensó.

Tercer episodio: roletazo de los Repelentes. Su bateador se barrió veloz en primera, o casi, porque en la estrecha jugada el árbitro metió el pie e impidió que el jugador tocase la base, y el rival lo tocó. ‘Quedas repelido', le dijo el árbitro mientras levantaba la derecha. El jugador se levantó furibundo, pero nada le contestó.

Quinto episodio: Matachangos con bases llenas. Batazo de línea por el borde del jardín izquierdo. Picó fuera, pero el árbitro de esa línea, fan matachango, dijo que picó adentro, y como la bola se extendió por el interior del prado, todos los jugadores en base anotaron, en medio de la protesta general. Para entonces ya se habían generado varias peleas de boxeo en las gradas (y todo por la misma plata, como decía Chéquele Samudio).

El sexto fue al revés, la línea de un bateador cayó adentro, en prado derecho: ‘parecía' que anotaban varios. Pero el árbitro ‘repelente' de esa línea, dijo que picó fuera, y todos volvieron a sus bases. El árbitro de ‘home', por supuesto, conjuró la amenaza a punta de strikes cantados.

Séptima entrada: el director matachango fue expulsado por reclamar un giro prohibido del lanzador (llamado ‘balk'), que el ‘umpire' fingió no ver. En el mismo ‘inning', el torpedero tiró a segunda sacando un ‘out'. Pero cuando el segunda base quiso pivotear en el aire para sacar en primera, el corredor que entraba le sujetó un pie derribándolo.

Aquí se armó una gresca general, con jugadores y público, y el repre cortó por lo sano anunciando un empate y un título desierto (sin campeón, pues). Decisión tan salomónica como extraña, porque en beis no hay empates. También dijo que se había obtenido el objetivo económico del torneo, pero empezaría una campaña mediática para recuperar los valores y el juego limpio, asuntos en que, visto lo visto, todavía tenían todo por aprender.

El repre de corregimiento había advertido que el barrio necesitaba ser remozado, y que sería bueno organizar un torneo con su propia gente y con fines benéficos
 


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