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Curiosidades

Parrillada fatal

Parrillada fatal

viernes 30 de marzo de 2018 - 12:00 a.m.
Redacción El Siglo
redaccion@elsiglo.com.pa

Entre sus amistades había tracaleros, malapagas, corruptos, chupateros profesionales, chismosos, másteres del juegavivo

Por muy diablo que sea el diablo, nunca logra perjudicar a una persona más allá de lo que a esta le permita su fortaleza ante las tentaciones; además, el diablo sabe bien quién sí y quién no, en eso está clarito, y cuando se mete en los asuntos humanos para joder, solo tiene éxito si hay algún miserable dispuesto a colaborarle. Eloy tenía una moral de papelillo, su vida era un compendio de antivalores que puso en evidencia cuando decidió celebrar su cumpleaños con guaro y carne asada, justo el día de Viernes Santo.

Entre sus amistades había tracaleros, malapagas, corruptos, chupateros profesionales, chismosos, másteres del juegavivo, agiotistas, altaneros, de todas las calañas, pero todos, sin excepción, trataron de hacerlo cambiar de opinión y no celebrar su fiesta ese día. ‘Déjalo para el para el sábado', le dijeron a coro, pero la respuesta a gritos de Eloy fue: ‘No me gusta celebrar mi cumpleaños otro día, además, no veo nada de malo rumbear el Viernes Santo, yo no estoy muerto, el que se murió fue Jesús, y ese man es él y yo soy yo, yo estoy vivito, y espero que ninguno me haga el desaire de no venir, compré buco guaro y carne de la más suavecita, quién dijo o dónde está escrito que ese día solo se puede comer pescado'.

Hasta los que tenían una lista larga de pecados dijeron que no comían carne ni libaban en esa fecha, y cuando Eloy se vio sin posibilidades de convencerlos, les dijo que vinieran aunque no probaran la carne asada ni el licor, pero las amistades afirmaron unánimemente que no irían, porque ‘ver pecar convida a pecar'. Solo tuvo el ‘Malo' que soplarle una palabra al oído, y quedó Eloy presto a servirle, indiferente a que su casa quedaba muy cerca de la capilla del barrio, puso música a un volumen insufrible, sacó su asador e instaló en el patio su minibar; allí estaba desde las seis de la mañana, solo, cantando, bebiendo y burlándose de los feligreses que transitaban por allí en actitud de recogimiento; los más mayuyones fueron a hablarle del respeto a la fecha, pero a nadie le hizo caso y de todos se burló: ‘Pero si yo no soy el muerto, el muerto es aquel, yo no, yo estoy vivo y, además, hoy es mi cumpleaños'.

A la una empezó a asar la carne y a ofrecerles a los que pasaban por la acera. Nadie la aceptó. En eso estaba cuando llegó su madre a suplicarle que bajara el volumen y que no comiera carne. Con burla, el hijo le ofreció un plato gigante de carne asada con yuca que la mujer rechazó, y se fue horrorizada, llorando a gritos, lo que provocó que Eloy le gritara: ‘Por qué lloras, yo no me he muerto, el muerto es Jesús, yo no'. Conforme hablaba se echó a la boca un trozo de carne del tamaño del mundo; el bocado se le atragantó y trató de vomitarlo, pero el bulto seguía obstruyéndole la respiración. Apagó la radio para pedir auxilio, pero la voz no le salía, así que con gestos desesperados corrió hasta la cerca de ciclón, quienes estaban fuera del templo lo vieron buscando desesperado el aire y saltaron la malla para ayudarlo.

En vano lo pusieron en posición invertida mientras otro le daba fuertes palmadas; luego lo ayudaron con la maniobra de Heimlich: lo abrazaron por la espalda para aplicarle compresión abdominal, pero tras cinco intentos infructuosos, justo cuando el reloj marcó las tres de la tarde, Eloy pasó a la lista de los difuntos, sin expulsar de sus pulmones la libra de carne…

Cuando el diablo se mezcla en los asuntos humanos para arruinar una existencia o trastornar un Imperio, es muy extraño que no se halle inmediatamente a su alcance algún miserable al que no hay más que soplarle una palabra al oído para que se ponga seguidamente a la tarea.' ‘Nunca le es permitido al demonio afectar a una persona más allá de sus capacidades de resistencia al dolor o a los halagos de las tentaciones.'

Dale al diablo lo que es suyo: lujuria, vanidad, vicios, inmoralidad y orgullo.
 


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