Curiosidades
Eulogio fue creciendo y era muy conocido en el barrio, así mismo fue conociéndose sus habilidades al hacerse dueño de lo ajeno
En medio de la pobreza y la escasez creció Eulogio, el penúltimo de cuatro hermanos. La familia era tan pobre que muchas veces algunas verduras simulaban la carne, hasta dormían como sardina en lata.
Eulogio fue creciendo y era muy conocido en el barrio, así mismo fue conociéndose sus habilidades al hacerse dueño de lo ajeno, como joyas, dinero e incluso estuvo involucrado por planear un robo a un banco.
Ese era Eulogio, pero, por otro lado estaba su madre que siempre lo empujaba para que estudiara, motivación que aunque la barriga le silvara del hambre nunca le falló a su viejita.
Este muchacho se hizo hombre y tuvo su familia, en su hogar habían discusiones protagonizadas por su mujer, una chica también de barrio y que no se dejaba de nadie, pero él siempre la respetó y en este sentido Eulogio era la víctima.
Los años fueron pasando, hasta que el hombre se vio obligado a dejar su hogar con tres hijos. Su vida de ladrón lo siguió arropando, no obstante por haber estudiado también tenía una inteligencia de maravilla.
El tiempo avanzaba y así mismo Eulogio iba emprendiendo el rumbo en los trabajos, con lo que ganaba, le puso empeño y entró a la universidad. Ser Arquitecto era su gran sueño.
Terminada la carrera, empezó a ejercer, por ende la calidad de vida de Eulogio fue mejorando, como también le fue lloviendo las mujeres, al punto que se daba el lujo de escoger la que quisiera. Aquel muchacho de barrio tenía astucia de la buena, sabía que no era agraciado, pero su billetera hacía que resbalara cualquiera.
Muchas quisieron casarse con Eulogio para que les ofreciera comodidad, lo cierto es que su olfato detectaba rápido que por la plata las monas estaban bailando.
La suerte le sonrió a Eulogio, quien después no comía algún menú por obligación, sino que pedía lo que quisiera, viajó a otros países, tuvo su casa, carro y su vida de ladrón la cambió por una de lujo.