Curiosidades
El amorío de Jaime y Celmira fue viento en popa, sin embargo, voces ajenas ya le estaban calentando las orejas a Andrea
En uno de los pueblos del interior, con una una población moderada,vivía Jaime y su esposa Andrea, eran conocidos por todos los lugareños como una pareja tranquila, sonriente y que ayudaban al que necesitaba.
Jaime y Andrea tuvieron sus hijos e incluso nietos, la relación se veía de maravilla, llena de alegría, pero detrás de todas las bellezas, Jaime había empezado sus andanzas con otra mujer de la misma comunidad.
El hombre y la amante se veían a escondidas, cuando llegaba la noche, él le hacía ver a Andrea que iba dar una vuelta por el parque para conversar con sus amigos, pues era costumbre que varios se reunieran para hablar de varios temas del acontecer nacional, y así entretenerse, ya que en lugar había pocas actividades de entretenimiento.
Pasó el tiempo, y más se rumoraba en el pueblo que Jaime, en medio de la noche entraba en puntillas a casa de Celmira, el chisme se había desatado, pero como siempre, la mujer de la casa es la última que se entera.
Jaime fue entrando en confianza en su nueva relación, que poco le estaba importando el qué dirán. Celmira tenía dos hijos mayores de edad y por fracaso de sus relaciones anteriores vivía sola. Su nuevo galán llegó a suplir sus necesidades e incluso le hizo mejoras a su casa.
El amorío de Jaime y Celmira fue viento en popa, sin embargo, voces ajenas ya le estaban calentando las orejas a Andrea, que jaime tenía una relación sentimental con otra mujer del mismo pueblo.
Andrea averiguó y se enteró de todo, hasta sus hijas, fruto de la relación con Jaime, buscaban incansablemente a Celmira para pegarle. Hubo varias peleas de aquellas mujeres, pero ni Celmira ni Jaime daban un paso para romper lo que habían empezado.
Con el paso de los años, dos veces Celmira salió embarazada de Jaime. Su primera familia estaba que se moría, al punto que, ni porque algunos dicen que los niños no tienen culpa de lo que hacen sus padres, ellos no querían ver a las niñas ni en pintura.
Por consejos de los familiares de Andrea, fue suavizando un poco el corazón y recibiendo a sus hijastras poco a poco de visita. A Celmira si no la soportaba.
Así vivió Jaime, en medio de sus dos mujeres y su familia agrandada. Para la gente del pueblo ya era costumbre verlo.
Cuando todo parecía de maravillas en la vida de Jaime, lo atacó una enfermedad la cual sufrió por mucho tiempo. Se trasladaba todos los meses a la ciudad capital en busca de atención médica. La desgracia para él fue que los esfuerzo por curarse fueron en vano. Jaime murió, dejando siete hijos huérfanos, en las dos familia.