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Doble vida

Doble vida

sábado 28 de agosto de 2021 - 12:00 a.m.
Redacción El Siglo
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Él sabía que cada vez que caminaba por el barrio las mujeres casadas y solteras lo lujuriaban

De 24 años de edad, un 1.75 de estatura, ojos azules, piel bronceada, cabello negro rizado, cuerpo atlético y con una dentadura perfecta, muy parecido a los actores de novela turca, así de bello era Marco Antonio. No había una chica que se mudara al barrio que no le pusiera el ojo encima. ‘Ese sí es un papi, rico todo él', comentaban ellas cada vez que lo veían pasar oloroso y bien arreglado.

Él sabía que cada vez que caminaba por el barrio las mujeres casadas y solteras lo lujuriaban. Él dejaba asomar una coqueta sonrisa. Que las chicas lo desearan aumentaba su vanidad. En la Universidad de Panamá, donde estudiaba administración de empresas, ocurría lo mismo. Ah que si tenía novia, pues sí. Con Marta María, una joven culta de buena familia, que cursaba el cuarto año de medicina en el mismo plantel educativo, tenía una relación de dos años. Pocos se veían, porque la carrera de Marta María le demandaba tiempo. Ella se veía enamorada, pero a él no se le veía tan entusiasmado como a ella.

Cuando salían iban al cine o a ver televisión en la casa, por lo que el inquilinato donde vivía sabía que tenía novia. Marta María no era una mujer hermosa, pero sí muy inteligente y comprensiva. Al inició sostuvieron una relación de amistad, pero con el tiempo él se le declaró y ella aceptó el noviazgo. Todo parecía normal, pero en realidad algo ocultaba Marco Antonio.

Todos los sábados salía a las 8:00 de la noche en ropa deportiva y una mochila colgada al hombro. Cualquiera pensaría que iba a un reventón en la playa con un grupo de amigos de la universidad, pero nada más lejos de la realidad. Resulta que Marco Antonio en realidad frecuentaba un bar o club privado en las afueras de la ciudad. Un lugar muy discreto y finamente decorado. Los autos lujosos previamente tenían que anunciarse para poder ingresar al local, en el cual se exigía membresía. A las 12 de la noche iniciaba el show los sábados. Esa noche apareció en el escenario ‘Natacha' interpretando a Jennifer López con la canción ‘Y el anillo pa' cuando', provocando una euforia en el lugar repleto solamente de hombres. Natacha se había granjeado ese público cuando presentaba su show, interpretando, igualmente, a Shakira, Beyoncé, Thalía, Belinda, Britney Spears, entre otras estrellas.

José, vecino de Marco Antonio, cuyos cuartos solo lo separaba una pared, sospechó que algo ocultaba, Marco Antonio, por lo que se empeñó en descubrirlo. Una noche cuando lo vio salir con la mochila al hombro decidió seguirlo de forma muy discreta para que no sospechara. Observó cuando el atractivo muchacho se subió a un vehículo negro, modelo lexus. Lo siguió en el taxi hasta las afueras de la ciudad. Le dijo al taxista que lo esperara y sigilosamente se metió entre los matorrales, se arrastró por el césped logrando llegar muy cerca del salón-bar y del camerino. El reloj marcaba las 12 de la medianoche, cuando el show de Natacha arrancó. Ese día interpretó a Beyoncé con un diminuto vestido, una peluca rubia, un bodi negro de lentejuelas y botas blancas brillantes hasta la rodilla. Ni la perfecta interpretación, maquillaje y movimientos femeninos puso en duda lo que descubrió José esa noche: ‘Natacha en realidad era Marco Antonio, su vecino'. José regresó y abordó el taxi que tenía 4 horas de estar esperándolo.

Esa misma noche José, quien siempre sintió envidia de Marco Antonio porque las mujeres del vecindario suspiraban por él, escribió en las paredes del viejo caserón: ‘Mañana gran función de Natacha interpretando a Beyoncé a la medianoche, entrada y tragos gratis'. Con esa sorpresa amaneció el inquilinato que no comprendía aquel mensaje. Marco Antonio dormía profundamente y se levantó a la 1 de la tarde. A esa hora ya José había repartido por todo el vecindario fotos de Marco Antonio en el proceso de cambio al personaje de Beyoncé. Sus vecinas que se babeaban por él no lo podían creer y al verlo soltaron la carcajada. En ese momento, Marta María, su novia, llegaba a visitarlo para darle la gran sorpresa de su embarazo, que iba a convertirse en papá.

Marta María se agachó y recogió una de las volantes en la que las pruebas eran evidentes. Frente a frente, Marco Antonio no supo qué responderle a la madre de su futuro hijo. La mujer sin mediar palabras se retiró del viejo caserón. Él se encerró en su habitación el resto de la tarde y la noche. Al sábado siguiente, las mujeres que lo lujuriaban cada vez que les pasaba al lado, lo vieron caminar con su mochila al hombro y nunca más supieron de él.

Sus vecinas que se babeaban por él no lo podían creer y al verlo soltaron la carcajada. En ese momento, Marta María, su novia, llegaba a visitarlo para darle la gran sorpresa de su embarazo, que iba a convertirse en papá.
 


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