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Cuando mi hijo se case…

Cuando mi hijo se case…
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‘Eso es pasado y me voy porque voy', dice quien abandona el nidal.

domingo 19 de noviembre de 2017 - 12:00 a.m.
Redacción El Siglo
redaccion@elsiglo.com.pa

El alba la halló desnuda y envuelta en llanto sentada en el estacionamiento

Bredio no era amigo de los tumultos; se llenaba de impaciencia con el sonar de los tambores y el gentío empujándose para ver las bellezas femeninas moviendo lAndrea tenía la esperanza, como toda mujer cuando siente que otra le está llevando el marido, de que Ariosto reflexionara y les diera valor a los muchos años que llevaban juntos, o que se le bajara la pasión que le inspiraba Rosalba, la tercera en el drama conyugal que se repite mil veces a diario: uno de los dos de la pareja primaria se cansa del mismo menú y busca otra u otro de la o del que de la noche a la mañana se enamora como loco y cambia de tolda, dejando una estela de dolor que no le da ni frío ni calor. ‘Eso es pasado y me voy porque voy', dice quien abandona el nidal.

Apenas Andrea supo de la presencia de Rosalba contó hasta diez, lloró tres días seguidos con todas sus noches, aspiró hasta casi reventarse los pulmones y practicó cuanto ejercicio para adquirir paciencia halló en la red, y cuando Ariosto regresó al hogar, tras 72 horas de ausencia y con la entrepierna llena de chupetes, ella no le reclamó ni le puso mala cara, al contrario, le quitó los zapatos, la ropa que luego lavó, y le sirvió la comida, como si el hombre volviera del súper o de algún mandadito. Las prácticas de relajamiento facial también dieron su fruto, porque se veía sonriente y serena, nadie hubiera sospechado siquiera de la tormenta que había en su corazón de mujer enamorada y vilipendiada. Segura de que los consejos de la vecina serían certeros miró los programas con su marido, abrazados, como siempre, disfrutaron la pelea de dos pesados del boxeo internacional, y se acostaron como si las tres noches anteriores Ariosto hubiera dormido en la cama conyugal.

Y como pasa en el mundo entero, cada uno de los dos que se acuestan juntos tiene su pensamiento que el otro, por más que lo intente, no puede precisar, así, mientras Andrea se ‘reciclaba' para tratar de ganarle a Rosalba, recordaba lo dicho por la vecina: ‘La pelea es peleando, pero en la cama, sin palabras, solo con hechos'. Y entró al baño a darse la última lavativa con agua de menta, tan pura como la hoja misma, y repitió, paso a paso, los ejercicios sugeridos por la vecina, lo hizo con el ímpetu que al corazón doliente le da el saber que esa puede ser la tabla de salvación y que un buen desempeño en la cama es el arma más mortífera contra la intrusa. Cuando completó las seis vueltas de cada ejercicio oyó el ruido inconfundible del carro de su marido, y salió desnuda y perfumada buscando la salida. Lo llamó desesperada gritando su nombre, pero cuando llegó a la puerta ya ni siquiera se oía ni veía el auto de Ariosto.

El alba la halló desnuda y envuelta en llanto sentada en el estacionamiento, vuelta nada, desmembrada emocionalmente, tanto que una vecina que cada domingo madrugaba a vender frituras, la vio y logró hacerla entrar a la casa. Mientras Andrea secaba sus lágrimas, segura de que había perdido la batalla, allá en la puerta de la casa de Rosalba, Ariosto estaba casi en shock con su maleta a un lado. Todo había pensado él, pero nunca le pasó por la mente que su amante le saliera con el cuento de que ellos no podían vivir juntos mientras el hijo de ella no se casara. ‘Él tiene que entender que tú necesitas tu espacio y que te sobra derecho a hacer tu vida, a buscar tu pareja, tu complemento, déjame hablar con él', rogaba Ariosto, pero Rosalba le aclaró que eso era decisión irrevocable de ella: ‘Jamás voy a meter a otro hombre a mi casa, espera a que mi hijo se case'.

Ariosto tuvo que desandar el camino, y decirle a Andrea que había salido a comprar pan para el desayuno, pero la mentira se le cayó porque ya ella había visto el faltante de ropa en el clóset, y esta vez sí lo atacó con todo el dolor y la rabia que da sentirse traicionada.

¡Coge!: Aquí no te puedes quedar. Datito: La menta aumenta la sensibilidad de la ‘flor'.
 


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