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El Cojo de Semana Santa

El Cojo de Semana Santa

domingo 21 de abril de 2019 - 12:00 a.m.
Redacción El Siglo
redaccion@elsiglo.com.pa

Que se largue, una cosa es chupar y pecar, y otra, invocar al diablo'

Daniel era un chiquillo cuando estaba pinteando en pleno Miércoles Santo, y apenas tocaron el tema de la soltura de Satán en esta época, él gritó: ‘Yo no creo en esa vaina, que salga ya para enfrascarme con él, miedo no le tengo, ven, mírame que te estoy esperando'.

Hasta los compañeros de chupata lo reprendieron, pero Daniel se burló de ellos y tuvo que irse, porque quien pagaba las rondas aseguró que no lo quería en el grupo: ‘Que se largue, una cosa es chupar y pecar, y otra, invocar al diablo'.

Fue esa misma noche que llegaron sus primos de la capital y se antojaron de un sancocho de gallina de patio, y al del vecino fue Daniel a coger lo que no era de él.

Pero Samudio, el dueño del ave, sacó su rifle viejo y le disparó al ladrón, quien se llevó la gallina de todos modos, pero el proyectil le tocó un tendón y perdió para siempre la movilidad natural de sus extremidades inferiores, por lo que los lugareños lo apodaron el ‘Cojo de Semana Santa'.

La triste experiencia y los años lo encarrilaron, y cogió miedo, se volvió más supersticioso que nunca, y ahora, ya casado, le daba terror salir de noche en Semana Santa, de niño oyó tantas veces el cuento de la procesión de las ánimas, que ese día sintió un frío raro cuando su mujer lo mandó al pueblo cercano a buscar un paquete de velas.

‘Anda, no sea que pase la procesión de los difuntos y nos pidan velas, y si no tenemos, seguro que nos dejan la casa con ese hedor a diablo', aseguró ella.

‘Silencio, no menciones a ese puerco, ya voy', gritó ‘Cojo' aterrado, pero calculó que si caminaba rápido le alcanzaría el tiempo para ir y venir y regresar a la casa antes del atardecer.

Pero no contó con que el ‘Malo' siempre anda con ganas de joder al casado. En la tienda se encontró con Melania, con la que siempre había tenido un coqueteo inocentón que no pasaba de echar cuento y reírse de cualquier cosa; la mujer no le pidió que la acompañara hasta su casa, pero, casi sin darse cuenta, ‘Cojo' caminó a su lado mientras ella no paraba de reír y de contarle historias que a él le parecían graciosas.

Cayó la noche completita cuando cruzaban el río. Enseguida se oyó un silbido y ella dijo que le tocara la mano. ‘Está fría, como si fuera de muerto', aseguró él. Se quedaron callados y avanzaron, pero los alcanzaron los hermanos de ella, quienes regresaban del pueblo vecino. ‘Váyase para su casa, ‘Cojo', que la noche avanza y en estos días no es bueno andar solo por esos caminos solitarios, usted sabe que Lucifer anda suelto', le dijeron y siguieron ellos con su hermana.

Eran las siete y media cuando subía ‘Cojo' la loma del ‘Ángel Malo', a unos 45 minutos de su casa, silbaba sin parar para darse ánimo; muy cerca estaba ya de la temida quebrada.

Allí iba cuando unos árboles traviesos taparon la luz de la luna. Dijo dos ‘latinazgos' para ahuyentar el susto y avanzó con pasos pesados por la quebrada. Ya casi salía cuando oyó un quejido humano y retrocedió aterrado. Corrió unos minutos sin dejar de escuchar el lamento, entonces, recordó que por ahí hay unos árboles que al rozarse producen como un quejido de mujer.

Avanzó más tranquilo, pero el bienestar se trocó en terror cuando vio que del otro lado de la quebrada había unas siluetas fantasmagóricas alumbrándose con velas y llevando algo como un anda. Se movían hacia adelante y hacia atrás, y ya no tuvo dudas: O era la procesión de las ánimas o quizás algunos diablillos que paseaban al ‘Malo' en un chinchorro.

Huyó despavorido. Lo hallaron en el patio de la casa de Melania, al otro día, con la mirada extraviada, sin habla, rígido. Así se quedó para siempre, sin saber que no era la procesión de las ánimas, sino unos campesinos que traían en hamaca a una dama con parto complicado.

‘Está fría, como si fuera de muerto', aseguró él. Se quedaron callados y avanzaron, pero los alcanzaron los hermanos de ella, quienes regresaban del pueblo vecino. ‘Váyase para su casa, ‘Cojo', que la noche avanza y en estos días no es bueno andar solo por esos caminos solitarios,
 


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