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Bien parado

Bien parado

sábado 13 de octubre de 2018 - 12:00 a.m.
Redacción El Siglo
redaccion@elsiglo.com.pa

En la empresa donde la colocaron era la más suculenta, la más codiciada y la más, según opinaban los del sexo opuesto y ella misma, envidiada, muchas le torcían los ojos o le ponían cara de machete

Alina recibió abundancias femeninas que se manifestaron desde temprana edad, aún no arribaba a los ocho cuando ya usaba sostenes de mayor número que sus primas bien entradas en la adolescencia, y eso la hizo asomarse pronto, mucho antes que las otras de su edad, al mundo de las relaciones de pareja, donde rapidito halló un insensato que la ayudó a traspasar la puerta de ser mujer, y después de esa primera vez le cogió gusto al manduco y probó uno y otro sin encontrar el ‘ideal', ese que, según pensaba ella, debía ajustarse a su anchura y profundidad. En la búsqueda quedó en estado y no pudo determinar quién era el otro progenitor, así que tuvo que cargar sola con la responsabilidad de ese producto que resultó doble y que obligó a sus padres a mandarla a buscar trabajo para comprar la leche de los dos chiquillos.

En la empresa donde la colocaron era la más suculenta, la más codiciada y la más, según opinaban los del sexo opuesto y ella misma, envidiada, muchas le torcían los ojos o le ponían cara de machete, sobre todo aquellas cuyos maridos, novios o marinovios trabajaban allí mismo, entre esas, doña Socorro, quien ocupaba un cargo de mando y casada con Genaro, otro subgerente, un hombre cincuentón que una vez dijo, ignorante de que su esposa andaba cerca, que cada viernes, Alina era un espectáculo andante, que ese bluyín le resaltaba ese c… bien parado que tenía.

Por esas rarezas de la vida, el comentario le llegó a Socorro, y desde ese instante empezó a acosar a Alina, a la que a diario le llegaban memos duros sobre su vestuario. Ya hasta había perdido ella la cuenta de cuántos le habían mandado. ‘Yo vi tu fólder, es el más grueso, parece que esa doña te la veló, ve buscando otra chamba que cualquier rato te dan tu carta, o cómprate unas túnicas, no sé qué, pero si quieres conservar tu trabajo, métele mente a tu manera de vestirte', le dijo Jonás, un compañero, y varios coincidieron en ‘aconsejar' a la compañera, y todos coincidieron en que la jefa la estaba acosando laboralmente porque le tenía envidia.

‘Pura envidia, porque tú tienes y ella no, seguro que le da rabia ver tu busto exuberante y el de ella es modesto, sencillito, unos budincitos, un par de huevos fritos', dijo uno y los demás soltaron una ruidosa carcajada y se chotearon en señal de aprobación de que Socorro envidiaba a Alina, por sus protuberancias.

Fue alguna envidiosa que pescó en río revuelto y pensó que diciéndole el bochinche a la jefa, mataría dos pájaros de un solo tiro, botarían a Alina, y muerto el perro se acabó la rabia, ya ella no tendría que sufrir por la miradera de su marido cada vez que la suculenta pasaba por los pasillos. Y le llevó el cuento a Socorro, quien tuvo que tomar agua en abundancia y toser para evitar una subida peligrosa de la presión, ‘envidiosa yo, busto modesto yo, envidiar esas gorduras, envidiar teta, envidiar nalgas, por favor, tráiganme aquí a todos esos infelices y a esa pocotona que la voy a ubicar', gritó fuera de sí.

Y en el despacho, donde casi no cabían los quince burladores y Alina, se formó una algarabía en la que solo se oía la voz de Socorro, que no tuvo que exhibirlos mucho, porque los involucrados se pararon como machitos y aceptaron haber dicho que doña Socorro tenía busto modesto y que sentía envidia de las protuberancias de Alina. ‘Están todos despedidos, incluida tú, lisa, runcha, carne de pueblo, manjar para el panameño de a pie pero no para uno de caché como mi marido', anunció Socorro, y no pudo Alina controlar su ira y le pegó en la boca.

Nadie pudo parar el despido de los 16, pero, en venganza, el esposo de Socorro ordenó la destitución de la que le llevó el cuento a su esposa y del marido de ella, algo nunca visto en la historia de esa empresa, 18 despedidos en un solo día. Una prueba más del poder de unas tetas grandes.

La que tiene, exhibe, y la que no, envidia, critica y acosa.
 


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