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Amante pobretón

Amante pobretón

miércoles 28 de noviembre de 2018 - 12:00 a.m.
Redacción El Siglo
redaccion@elsiglo.com.pa

Fue dos días antes de la fecha de la Independencia de Panamá de España cuando supo que tenía que parir un par de verdes

La vida, a diario nos da pruebas de que hay palabras que nunca deben brotar de nuestra garganta, nunca, siempre, jamás, las tres indican demasiado tiempo, y nunca sabemos, de las tantas vueltas que da la vida, en cuál esquina vamos a quedar; para Luis no existía la palabra estrés, y considerarlo una enfermedad era para mentes cortas, pero erró un paso y se complicó totalmente la vida; ahora andaba con los centavos contados y, por primera vez, no se burló de los que hablaban de estrés, ahora defendía la tesis de que era una enfermedad y había que atenderla. Pero su estrés tenía nombre y apellido, nombre de mujer con un trasero fuera de serie, que fue lo que lo hizo, a principio de año, dar el traspié que ahora lo tenía endeudado, complicado y estresado.

Fue dos días antes de la fecha de la Independencia de Panamá de España cuando supo que tenía que parir un par de verdes, porque su mujer, Julia, era la abanderada allá en su pueblo, y a su amante Paola le asignaron un puesto de honor en la delegación, y también ‘necesitaba' un vestido carísimo. Apenas lo supo llamó a varios agiotistas, pero todos le contestaron un no rotundo, e igual en las diez cooperativas en las que el estribillo fue común: ‘ya estamos recogiendo, en enero arrancamos de nuevo, ¿te pongo en la lista?'.

Pero enero estaba demasiado lejos para Luis, quien pensó en retomar un camaroncito que hacía antes de casarse, y le marcó a Imelda, recordando que a ella la había puesto a gozar de verdad y que esta pagaba bien, pero aquella le contestó que ya no le interesaban sus servicios, que ahora tenía a un extranjerito que sí sabía hacer su trabajo como todo un varón. ‘Ese sí conoce todos mis puntos G, tú estás obsoleto', le dijo la dama, con lo que le tumbó todas las esperanzas de conseguir los billullos que necesita conseguir para ya.

Mientras Luis se sangraba la mente para hallar una luz que lo llevara a los dólares que necesitaba, sus dos mujeres no cesaban de martirizarlo por teléfono, advirtiéndole que estaban en espera de que él llegara con los billullos. ‘Cualquier rato quedo regado por cualquier lado, por culpa del estrés que me causan estas dos mujeres', pensaba Luis, que, aunque jodido por las dos damas, no pensaba dejar a ninguna. ‘Antes me muero de un susto o de una preocupación', decidía convencido cuando le entraba el pesar por el estrés del que ahora hacía gala.

Con ese pesar caminaba cuando vio a un grupo animado por un hombre que se hacía oír gracias a una bocina, supo que era un concurso patriótico, y vio el cielo abierto cuando oyó la pregunta cuya respuesta nadie sabía. A empujones llegó hasta donde el político que organizaba la pega, y pidió que le dieran la oportunidad de participar. Era una pregunta sencilla, pero que muchos la desconocen, así que le fue fácil ganarse los 200 panchos por responder cuántos años de independencia de España llevaba Panamá.

‘197 años han pasado desde el 28 de noviembre de 1821, cuando se dio la Independencia de Panamá de España', dijo seguro Luis, y se fue con su plata rumbo a la casa de su amante, a llevarle su apoyo para el vestido. ‘Para Paola, $150, y el resto para Julia', decidió, dándole más a la amante porque era la que siempre estaba dispuesta a complacerla.

Llegó allá a millón, porque el tiempo se le estaba venciendo, y ya Julia lo había llamado varias veces para preguntarle también por la plata. El estrés se le juntó apretándole la cabeza cuando vio que Paola tenía visita masculina, y se les enfrentó vuelto el diablo, pero su otrora amorosa amante le gritó que se fuera, que ahí estaba de más, que ella ya lo había borrado del libro de su vida, que habían sido suficientes los meses de pobreza que había pasado junto a él.

Se quedó con la platita en la mano, porque Paola se dio el gusto de despreciarle el dinero, y, encima, lo llamó pobretón y muerto de hambre.

Ojo: El trabajo, la fidelidad y la economía son la mejor lotería.
 


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